Referente turístico selecto con una amplia oferta de servicios
Esta ruta parte del, quizás, referente turístico más prestigioso de Tenerife. Costa Adeje, con su amplio abanico de hoteles de lujo, resort y cinco estrellas, añade a sus numerosas playas de fina arena dorada las vistas a La Gomera, un sol permanente y numerosos bares, tascas y restaurantes perfectos para comenzar el día. Casi desde cualquier punto, la excursión no puede empezar mejor si se desea desayunar y disfrutar después de una franja costera salpicada de playas, calas y charcos, así como localidades turísticas, pueblos pesqueros y caseríos ya míticos de la isla.
Puerto y pueblos pesqueros que conservan un sabor añejo
Antes de llegar a la primera parada obligada, la de la playa de La Arena, en Puerto de Santiago, la ruta pasa y permite detenerse en algunas localidades del litoral del suroeste dignas de un buen rato. Tras coger la autopista sureña y pasar junto a zonas como Fañabé, se debe tomar el enlace el carril de desaceleración de la derecha a la altura de la rotonda que indica el pueblo de Armeñime, en Adeje. Una vía de un único carril y tráfico generalmente intenso, por lo menos al principio, se despliega entre rectas y curvas mientras va mostrando los enlaces a puntos turísticos adejeros como Playa Paraíso o Callao Salvaje.
Con zonas con plataneras, terreno seco y arcilloso, esa misma carretera acaba llevando al puerto y pueblo pesquero de Playa San Juan. Uno de los principales núcleos del municipio de Guía de Isora que, haciendo gala a su nombre, oferta una amplia playa de arena banca y numerosos servicios, junto al puerto y otra cala de menores dimensiones, pero perfecta para los baños en familia. Además, este entorno inicial del pueblo disfruta de una amplísima carta de restaurantes, entre los que destacan los especializados en pescados. Sin duda, motivos suficientes como para buscar un hueco en la excursión y parar.
Algo parecido ocurre con la localidad costera y cercana de Alcalá. Un núcleo eminentemente comercial, sobre todo a ambos lados de la carretera de acceso, que, sin embargo, regala también una plaza central coqueta, anexa a la pequeña playa de esta zona y el dique, ideal para los lanzamientos de cabeza. Numerosos restaurantes no le van a la zaga a los de Playa San Juan y otras zonas. Al final de la localidad, y justo detrás de un hotel de gran lujo de reciente creación, se despliegan tres playas, calas y algunos charcos que, tras una profunda remodelación del entorno y los accesos, resultan un creciente reclamo para turistas y residentes. Otra parada más que justificada.
Una playa de arena volcánica muy premiada y un puerto histórico
Si Playa San Juan y Alcalá tienen atractivos sobrantes, la célebre Playa de la Arena, en Puerto Santiago, resulta una parada más que recomendada. Llegar a ella es muy fácil. Si se sigue la carretera general, solo falta atender al cartel y la entrada a la izquierda. A pocos metros, sus amplias dimensiones, su negra arena volcánica, su mar generalmente en calma (aunque hay que tener cuidado, durante algunos días, con el oleaje al romper en la orilla) y su amplísima oferta gastronómica y comercial dejan claro que no es un lugar cualquiera. Algunos restaurantes casi pisan la arena y, la verdad, los pescados saben mucho más.
El permanente sol, las vistas a La Gomera, los completos servicios y el ambiente turístco, pero también familiar, son atributos a sumar a una de las playas más premiadas de Tenerife. Un lugar que, desde los años 70, ha ido afianzándose como destino turístico. Además, y en muy poco tiempo, la misma vía lleva hasta el casco de Puerto Santiago. A la izquierda, y por un estrecho callejón al principio de esta zona céntrica, se llega también al pequeño puerto que da nombre al enclave y que cobró una gran relevancia histórica para el relanzamiento del lugar. La pequeña playa, los charcos anexos y el paseo litoral bien merecen otra parada.
Unos acantilados que rinden justo homenaje a su nombre
En muy pocos minutos y en subida, el vehículo llega a uno de los miradores de la costa tinerfeña que más extasían. Fiel a su nombre, unos acantilados legendarios de roca y tiempo dejan casi sin palabras en el disfrute de Los Gigantes, una de las primeras localidades turísticas del sur de Tenerife. Esta población casi anexa a Puerto Santiago oferta una amplia red de hoteles y apartamentos con el aliño continuo del sol y un mar generalmente en calma. Los muchos restaurantes y comercios completan un elenco irrenunciable si se busca paz, baños y cuidados servicios.
Si no basta con disfrutarlos desde el mirador, una vía estrecha baja en apenas dos minutos hasta la parte costera de este núcleo. Junto a la playa de Los Guíos, de fina arena negra y extraordinarias vistas del acantilado, se halla el puerto deportivo. En él se multiplican las empresas de ocio que permiten disfrutar de excursiones en barco hacia las majestuosas formas dejadas por los volcanes y la evolución. Además, la presencia de delfines, ballenas y otros cetáceos, así como la posibilidad de gozar de motos acuáticas, de pesca de altura, submarinismo y visitas por mar a la playa de Masca o a Punta de Teno convierten el lugar en una nueva parada obligada.
Una subida con curvas más que compensada con un bello valle
Unos metros por encima del mirador de Los Gigantes, la carretera se encuentra con una rotonda que permite volver a Alcalá, pero, por supuesto, aún queda mucho de una ruta con muchos contrastes desde ahora. Por eso, hay que coger a la izquierda y subir. Subir mucho. Desde sus pies hasta el casco histórico, el valle de Santiago compensa el esfuerzo de una considerable colección de curvas en ascenso con un bello paisaje salpicado por tuneras, almendros, zonas de malpaís volcánico y áreas montañosas en ambas franjas.
Una subida tan propicia para automovilistas que, incluso, existen diversas pruebas deportivas, tanto para ciclistas como para pilotos de rallies. Eso sí, ante el desconocimiento de la carretera, conviene extremar los cuidados y bajar la velocidad en las muchas curvas cerradas. La ruta pasa por el pueblo de Tamaimo, perfecto para tomar algo, y acaba en el casco de Santiago del Teide, que oferta la opción de ampliar la excursión hacia el cercano Valle de Arriba, perfecta simbiosis de naturaleza volcánica, agricultura de medianía y volcán. Justo en frente de la iglesia de San Fernando Rey y plaza, una entrada a la izquierda sube hasta la parte alta del valle de Masca. Desde aquí, todo cambia. Es como haber entrado en una máquina del tiempo.
Un caserío casi mítico con artesanía, restaurantes y un gran barranco
La vía que baja a Masca es estrecha y también presenta numerosas curvas cerradas, pero merece mucho la pena. Justo al alcanzar la parte más alta de la cordillera, resulta inevitable sacar la cámara y fotografiar las panorámicas. El barranco de Masca, las montañas y caprichos geológicos impresionan casi desde cualquier ángulo. Las terrazas agrícolas prueban la destreza de los residentes para sacar lo mejor de un terreno casi imposible. El palmeral y, sobre todo, las célebres casas de tejas, piedra y barro componen una de las estampas etnográficas y naturales más difundidas de Tenerife.
El barranco de Masca y las montañas que lo forman dejan una curiosa forma desde el primer lomo con casas: desde ciertos puntos y, sobre todo, al atardecer o con puestas de sol, se puede apreciar e inmortalizar la forma de la isla de Tenerife casi a la perfección. En esta primera zona con casas ya hay algunos restaurantes donde comer, aunque la oferta se amplía en el caserío mayor, donde suelen parar los autobuses turísticos. En esta zona se multiplican los paseos por espectaculares bajadas con mucha pendiente. Una pequeña y coqueta plaza sombreada permite adquirir artesanía en varios puestos, aparte de poder comer en los restaurantes. Las vistas del barranco y los senderos hacen el resto para convencerse del acierto al haber hecho esta ruta.
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